miércoles, 23 de octubre de 2013

Amor Oscuro

Capítulo 9

A la mañana siguiente, Phoebe había salido con las chicas. Aunque ahora Daniel no se separaba de Brittany y eso se hacia un poco extraño, porque las demás no tenían novio. A Elaysa y a Phoebe les daba cierta envidia, ya que ellas si querían tener novio, pero a Ashley no le importaba, como ella misma decía "soy un espíritu libre y no necesito compromisos ni nada". 

- ¡Hey, chicos! ¿Por qué no os vais a un motel o algo? Nos moriremos de asco si os seguimos viendo de ojitos. -se quejo Ashley, ya harta de verles tan acaramelados.

- Pues búscate a uno de tus chicos para que salga contigo, no te jode. -le contesto Britt

- Serás puta. 

- Serás guarra. 

Elaysa era la única que no se quejaba, estaba como abstraída con algo que había visto o mejor dicho con alguien. Se había quedado mirando a un chico que iba caminando con unos amigos por Jackson Square, no sabía quién era nunca lo había visto. Y sin saber si él sabía que lo estaban observando o simplemente fue un acto reflejo, pero él la miró y a Elaysa le pareció una eternidad. 

-Elaysa, ¿pasa algo? -le pregunto Phoebe

- ¿Eh? N-no, no pasa nada.

Siguió a las chicas echándole una última mirada al chico que la había cautivado.

En el mismo lugar estaba Kiba, que había seguido a Phoebe todo el tiempo, estaba enfadado con ella y a la vez quería protegerla. Bueno, andaba más bien con ganas de matarla a ella también, pero por alguna misteriosa razón que desconocía también quería protegerla a la vez. No lo entendía y punto. De repente, sintio la presencia de alguien, miro a su alrededor y vio a un chico que miraba a Phoebe, era el que estaba ayer con Ashley en el Santuario... ¿Iría a por Phoebe ahora?
Aprovechando que el tipo pasaba por su lado sin quitarle la vista de encima al grupo, Kiba lo cogió por el cuello de la camiseta y lo metió en el callejón en el que estaba:

-¿¡Qué coño haces!? -le grito cuando lo estampo contra la pared 

-Eso es lo que te pregunto yo a ti, ¿qué haces siguiendo a Phoebe?- le pregunto con tono que sonaba diabólico.

-¿Seguir yo a esa tabla de planchar? -pregunto comenzando a reírse.- Te equivocas amigo. ¿Y tú a quién seguias? ¿A Ashley?

- Esa sería mi intención si no fuera porque ya tengo a otra presa -respondió soltándole

- Más te vale, de aquella tendría que matarte, Ashley es mía. 

- Pues mejor que no te metas en mi camino, lobo. 

- Lo mismo para ti, flacucho. 

- ¿Flacucho? Como se nota que no conoces mi fuerza, lobo. 

- Algún día me demostrarás esa "fuerza", ahora tengo otros asuntos en las que mi destino como eunuco están en juego. Por el momento no te metas en  mi camino, tú vigila a tu hembra que yo vigilo a la mía

Tyler se volvió a marchar y Kiba volvió a dirigir su atención a Phoebe, estaban en una tienda de ropa escogiendo algún conjunto para Halloween:

- Si no querías verla, ¿no te era más fácil quedarte en casa? -pregunto la voz de Apóstolos.

- Estoy haciendo lo que me pediste ¿no? 

- También podías hacerlo desde casa. 

- ¿Qué más da una cosa que otra? ¿Qué haces aquí?

- Espiar a chicas no, eso seguro. 

Kiba soltó un suspiro fastidiado, mientras se daba la vuelta para mirar cara a cara a Aquerón. No sabía si le estaba mirando o no, por culpa de las puñeteras gafas de sol, en Katoteros no se las ponía, le ponían de los nervios:

- Que no te moleste, mis ojos incomodan a cualquiera.

-¿Tú también?

- Por supuesto. -asintió y se puso serio de repente.- Eso es porque a pesar de ser mi hermano, no te conozco lo suficiente como para que formes parte de mi destino... 

- ¿Y proteges a Phoebe porque ella si forma parte de tu destino, Apóstolos?

Aquerón no dijo nada, pero, sin embargo, soltó una especie de gruñido y se quito las gafas de sol. Tuvo la cabeza agachada unos instantes antes de mirarle a la cara. El miedo se apodero de Kiba mientras veia los ojos de Aquerón cambiando de color, se habían vuelto rojos de repente e hizo que diera unos pasos hacia atrás. Apóstolos se acerco a el y cuando estuvo por su lado:

- No saques conclusiones, adelfos, la verdad te será revelada en su momento. Mientras tanto, asegúrate de que ella no sea atacada de nuevo o yo seré el menor de tus problemas.

Aquerón retomo la marcha y se fue de allí, él se quedo allí, quieto, sin apenas moverse. Sus latidos eran muy fuertes, había oído por Arcón que Apóstolos sería el que llevaría el panteón al fin y su poder no era un chiste. Lo que había sentido hacia unos instantes era el poder de la destrucción suprema. 

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