sábado, 30 de mayo de 2015

Wolf´s Love

Capítulo 5 y 6
//Unas semanas después\\
- ¿Llevas todo lo necesario? -preguntó Phoebe a Abraham.

- Espera, ¿dónde están las pastillas de la tensión? -preguntó a su vez Abraham, algo acelerado.- Vale, ya sé dónde están .-dijo dirigiéndose a la cocina.

Be tachó unas cuantas cosas de la lista sobre las maletas de su hermano, al estar a punto de coger un vuelo hacia New York para ir a ver a su hija a punto de dar a luz, tenían que hacer un listaje para asegurarse de que Abe llevaba todo lo necesario. Desde las medicinas, lo más importante, hasta la ropa interior. Al poco, Abraham volvió con las pastillas para su tensión, una cosa menos:

- ¿Llevas la ropa de abrigo? Recuerda que está a punto de llegar el invierno y hará bastante frío.- le recordó.

- Claro que la llevo, aun recuerdo el invierno del 60. Aun no chocheo tanto .-respondió él con voz sarcástica ante la útlima frase.

- Cuidado con esa boca, jovencito, que estás ante una autoridad mayor. ¿Llevas el inhalador? -volvió a preguntar.

- Llevo el inhalador, las pastillas para la diabetes, las de la lactosa, el cepillo de dientes y sí, me he acordado de los calzoncillos. Deja de hacer esa lista .-se quejó su hermano con un tono algo agobiado.- Eres un lobo, ¿desde cuándo los lobos hacen estas cosas?

- Desde que yo nací, Abe, deja de quejarte. No quiero que te vayas sin lo esencial y vital, ¿tan malo es que quiera saber que vas a coger un avión para recorrer 2098 km para estar allí un par de semanas y vas a estar bien?

- Be...

- Porque para tu información, a veces me quitas el sueño, Abraham Liam Dickinson .- le dijo, notando que tenía lágrimas en los ojos, aquel era su mayor miedo, perder a su hermano.- Es muy frustrante saber que puede pasar cualquier cosa en cualquier momento... -hizo una pausa.- ¿Y si el avión se estrella?¿Aún estamos a tiempo de que vayas en coche o en un autobús? A mi parecer son vehículos más seguros... 

Guardó silencio cuando Abe la abrazó para consolarla mientras lloraba, aunque tuviera una hija y, casi, dos nietos. No era lo mismo que Abe, no eran tan cercanos desde que Lia se mudó con su marido a la gran manzana, con su hermano había compartido muchas cosas. Estaban muy unidos, siempre que pensaba en eso recordaba que su relación era como la de Kiba Inuzuka y Akamaru, salvo que en su caso era un tanto especial. Aunque al principio le había evitado en la medida de lo posible, desde la misteriosas muerte de Henry, el padre adoptivo de ambos, estaban para todo, como dos viejos amigos.

- No va a pasar nada... Todo va a estar bien, la compañía de viajes es la más segura que existe así que no tengo que tragarme un viaje de dos días máximo para tener que ir a ver a tu sobrina. Lo que más me preocupa eres tú, ¿seguro que estarás bien atendiendo la tienda tú sola? -le preguntó

Quería decirle que no, pero Abe estaba muy entusiasmada con la idea de su nuevo nieto/nieta comoa para negarle ir a conocerle, además de que no había visto a su hija desde las Navidades pasadas. Empezaba a pensar que tenía que ir a algún psicólogo para que la tratará de esa "ansiedad por la separación", si bien ese pequeño trastorno no era como en los perros, al menos la hacía moverse mucho. Iba a ser muy duro estar sola durante esas dos semanas.

- Si... Hace mucho que no ves a Lia, no puedo negarte el derecho de ver a tu hija .-se apartó del abrazo y sonrió falsamente.

- Te creeré por esta vez .-volvió a la preparación de la maleta.- Por cierto, sé que no te va a gustar esto, pero le he pedido a Sasha que se pase de vez en cuando para ver cómo estás...

- Un momento... ¿¡Qué has dicho!? -exclamó sorprendida por escuchar eso.

Sasha se dirigía hacia el anticuario por petición del viejo, últimamente se habían hecho buenos amigos, cosa rara. Desde que el anciano sabía que él era lo mismo que su compañera de piso, se había ensañado con él a preguntas sobre sus costumbres y demás cosas. Solo iba a llevar a su "nuevo amigo" al aeropuerto y cuidar de Phoebe, aunque lo segundo parecía tarea imposible; desde que la había pillado desprevenida hacia unas semanas. Semanas en las que le había estado evitando en la medida de lo posible:

- La que me espera... 

//Horas después\\
Ya era de noche y Sasha estaba en el Santuario, después de que Phoebe lo echará para estar sola. Posía estar en todo el celo que quisiera, pero la iba conociendo bien, era una chica testaruda e insoportable. Mejor así, no tendría que seguir soportándola, pero tampoco iba a incumplir su promesa de cuidarla que le hizo al viejo. Iría después para comprobar qué tal estaba, cuando estuviera durmiendo, así no tendría que soportarla o viceversa. Su teléfono comenzó a sonar y le extraño, porque era ella. Respondió a la llamada, pero no le habló, solo la escucho decir su nombre mientras alguien la atacaba. Algo malo estaba pasando.

 Cuando llegó al anticuario, la puerta trasera estaba abierta y había un gran número de olores de humanos. Algo había pasado, pero ¿cómo pudieron enfrentarse a Be si ella era más fuerte que ellos? Se apresuró a ir al cuarto de la chica, aquello era un gran desorden, se la habían llevado y él no había estado con ella para protegerla. Había sido un tonto al hacerle caso y dejarla sola, tenía que encontrarle y rápido. 

Phoebe estaba en su forma humana en un sitio que no conocía, le habían dado una buena paliza y estaba que no podía moverse, no estaba acostumbrada a defenderse de los intrusos, abrió los ojos y vio que estaba en alguna especie de almacén, escuchaba voces de alguien, pero lo que la sorprendió fue que, delante de ella, había un símbolo nazi. Los nervios y el miedo se apoderaron de ella, pensaba que ya nadie tenía aquellas ideologías de aquella persona, vagos recuerdos acudieron a su mente mientras el miedo la controlaba e intentaba alejarse de aquel símbolo.

- Ya despertó .-escuchó la voz de un hombre que estaba cerca de su jaula en la que estaba

- Entonces procedamos, sacadla de ahí .-ordenó otro hombre que iba vestido con una bata blanca.- Comencemos con la operación.

Tres hombres se acercaron para sacarla de la jaula, pero ella no quería salir de allí, parecía el sitio más seguro que había en ese lugar. La obligaron a salir y la llevaron a una habitación muy diferente que parecía más un quirófano que una habitación o un despacho. Siguió intentando resistirse, incluso intento regresar a su forma animal, pero algo se lo impedía. La obligaron a mantenerse acostada en la camilla mientras la ataban.

Una vez atada y asegurándose de que no iba a escaparse, el "doctor"le cortó la camisa y la ropa interior, eso la hizo pensar en los experimentos que hacían los nazis. Había leído que hacían esos experimentos para conseguir la raza perfecta, operando sin anestesia en los campos de concentración. ¿Acaso iban a hacerle lo mismo a ella? No, no era que fueran a hacerle lo mismo, iban a hacerlo de nuevo. Ahora recordaba... Ya había pasado por eso antes, aunque no podía explicar la ausencia de las cicatrices de entonces. Era un monstruo... Al igual que aquellos que iniciaron la II Guerra Mundial, ella había ayudado a matar a la gente que decían que era impura y se había dejado hacer todo tipo de experimentos. Era justo que ahora la abrieran en canal para matarla o algo por el estilo. El bisturí había comenzado a cortarle el abdomen cuando comenzaron a escucharse disparos:

- ¡Detened a ese animal! .-gritó alguien

- ¡Se dirige hacia el despacho, que alguien traiga el pulso! .-gritó otro

De repente, un lobo completamente blanco entró en la habitación, interrumpiendo la operación. Al instante el doctor se apresuró a atacarlo, alejándose de ella y el lobo aprovecho eso, se sorprendió al ver que el lobo se transformaba y veía a Sasha que estaba atacando al "doctor" para que se alejará más de ellos. Una vez hecho, bloqueo la puerta de alguna manera y corto las cuerdas que la sujetaban:

- ¿Q-Qué haces aquí? -preguntó algo sorprendida.

- Por mucho que sea un animal, también soy un hombre y dicen que un hombre no puede incumplir sus promesas, dije que te cuidaría y eso estoy haciendo .-respondió mientras aparecía ropa en su torso desnudo por arte de magia.- Tenemos que irnos.

- N-No puedo...

- Puedes y vendrás .-se apresuró a cogerla en brazos con el cuidado que pudo para no empeorar su herida.

Cuando Phoebe se dio cuenta, estaba en un lugar esterilizado parecido a una clínica, le costaba mantenerse consciente por la pérdida de sangre.

- ¡Carson! .-escuchó gritar a Sasha.- ¡Mueve el culo!

Pero antes de que pudiera ver quién era el tal Carson, Be se desmayó.


- Tenemos que encontrarla, deberíamos mandar a soldados a investigar. No ha podido abandonar la ciudad, tiene que estar oculta en alguna parte .-explicó el "doctor".- Si veis a ese maldito lobo, traédmelo.

Los hombres reunidos en el almacén se apresuraron a salir en busca de lo que habían capturado hacia unas horas. EL hombre tenía que tratar las heridas que tenía por culpa de aquel mosntruo, se acercó a la mesa y revisó el "informe" que había robado a aquella monstruo, ahora sabía qué había que hacer.

// Unos días después\\
Be se despertó acostada en la cama de una habitación de algún sitio que no conocía, lo obsercó todo desde la cama, lo último que recordaba era que alguien la había secuestrado de la tienda y... había recuperado los recuerdos de hace 70 años, luego Sasha la había salvado. La pregunta del millón era dónde estaba.

- Por fin despiertas .-escuchó la voz de una mujer detrás de ella.

Al girar la cabeza, vio que había una mujer rubia, muy guapa, sentada en un sillón junto a la cama con una niña que dormía entre sus brazos. ¿Quién era y por qué estaba allí? Se transformó de nuevo y se apresuró a cubrirse con las sábanas, analizando a la mujer y preguntándose por qué estaría allí. Se dio cuenta de que era ciega cuando se levantó para acercarse a la cama con mucho cuidado para no hacerse daño y de no despertar a la niña. No debería verla si se apartaba todo lo posible, pero hasta las camas tienen un final, así que acabó cayendo al suelo.

- ¿Qué paso? .- escuchó la voz de Sasha.


- Mira que eres torpe, muy muy torpe. ¿Cómo es que somos de la misma especie? -se quejaba Sasha.

- Tranquilo, Sasha, está malherida y se acaba de despertar después de estar días en como. ¿Cómo quieres que se fije en las cosas cuando se acaba de despertar? -le dijo la mujer, Astrid se llamaba.

La loba estaba muy perdida en la conversación que estaban manteniendo esos dos, ¿días en coma? No podía ser posible, solo había estado durmiendo, pero estar en coma era algo muy extremo, ¿no?
Mientras seguían hablando, entró un tipo vestido completamente de negro. EL silencio se hizo en la habitación, Astrid sonrió y Sasha puso una cara de mal humor, ¿acaso ese tipo era tan malo?

- ¿Qué haces tú aquí? -preguntó Sasha con tono de mal humor.

- Venir a ver a mi mujer, saco de pulgas .-respondió el hombre

Nada más responder a la pregunta de Sasha, el hombre la miro y se le acercó con paso de un depredador. Eso hizo que se asustará, ese hombre olía a algo poderoso... como si no fuera humano. La miro detenidamente, con una mueca en su rostro, luego sonrió abiertamente y le dio unas palmaditas en la cabeza.¿Qué estaba pasando?

- Así que tú eres la loba en celo .-dijo riéndose.- Por fin he podido ver a Lasie sufriendo, debería agradecértelo...

- Zarek... La estás asustando más de lo que está, la estamos confundiendo mucho .-le regaño Astrid.

El hombre, Zarek, se apartó de ella para poder acercarse a la mujer y darle un beso en la frente. Así que eran pareja, eso ya quedaba resuelto. Sasha puso cara de asco mientras se sentaba en el borde de la cama, tenía ganas de darle un abrazo y no tenía ni la menor idea de dónde había salido esa idea.

Al quitarse esa idea de la cabeza, comenzó a recordar lo que había pasado después cuando Sasha se había ido.Luego lo que recordó cuando el doctor aquel, la esvástica, los hombres que había allí...

//Recuerdo\\
31 de Octubre de 1941, Alemania Nazi.

Era la noche de Halloween, aunque en medio de una guerra no se podía salir a la calle a pedir caramelos y a contar historias de terror. La historia de terror que más se contaba era sobre el infierno que el pueblo alemán y media Europa estaba pasando. Aunque algunos vivían bien, Phoebe sabía que no todos estaban felices, aunque no le importaba. Ella estaba entre las filas nazis y, aunque vivía como una mascota, estaba bien; estaba en el despacho del Führer, junto a él cuando escuchó que algo se acercaba. Al instante, entraron dos de los generales de Hitler y, detrás de ellos, unos soldados arrastrando a un hombre que había recibido una buena paliza.

- Señor, hemos encontrado a este hombre esparciendo información de un motín contra nuestro gobierno .-explicó uno de generales, mientras los soldados tiraban al hombre al suelo.

Hitler apartó la vista de los papeles que estaba revisando y firmando para autorizar movimiento de las tropas a extender el gobierno alemán a toda Europa. Comenzaron una conversación que a ella no le interesaba, así que siguió descansando. Al Fúhrer no le gustaba una mascota que no era obediente, le había dicho que tenía que quedarse ahí y ahí tenía que quedarse. Escuchó que el hombre recibía un golpe y se ordenaba su fusilamiento, el hombre no paraba de suplicar que no lo matarán:

- Por favor, no me mate, señor. Tengo esposa e hijos, están muy enfermos. Solo yo los puedo mantener, por favor, se lo ruego .-suplicaba el hombre.

- Entonces haberlo pensado antes de volverte en contra de nuestra Alemania .-le respondió con un puñetazo.- No te preocupes por tu familia, pronto se reunirán contigo.

El hombre intento decirle que no lo matará, pero fue demasiado tarde, el generla lo había asesinado de un solo disparo en la cabeza.

Tal vez podía fingir que aquello le daba igual, pero seguí sin entender del todo de qué servía aquello: matar a la gente, hacer que lo sigan ciegamente y darles miedo. Viendo el cuerpo inerte del hombre que se llevaban a rastras, pensó en la familia que tuvo. Su mujer se quedaría desolada y sus hijos no tendrían un padre que los cuidará, el Führer regresó a la mesa como si no hubiese pasado nada y se sentó en su sillón, llamándola para que fuera a junto de él.

//Fin del Recuerdo\\

- ¿Be? -la voz de Sasha la devolvió a la realidad.

Al levantar la vista, vio que los presentes en la habitación, a excepción de la niña que Astrid tenía en brazos, la estaban mirando como si le pasará algo malo.

- ¿Qué? -preguntó ella al ver que las miradas se centraban en ella.

- Te he hecho una pregunta, en serio, nunca he visto que hiciera falta tanto tiempo para responder una pregunta tan sencilla.- comentó el lobo.

- Sasha... -le dijo Astrid como si le dijera que se callara.

- ¿Qué me preguntabas?-le preguntó ella, interrumpiéndole cuando iba a replicarle a la mujer.

- Que si tenías hambre... -dijo mirándola con una mirada muy extraña.

- ¿Y qué podría comer? -volvió a preguntar.

- Lo que quieras, ¿qué ibas a comer si no? -le preguntó él a su vez.

- Pues no sé... Alguna papilla asquerosa o algo así, por si no lo recuerdas... Me han abierto en canal, tendré tropecientos puntos para cerrar la herida .- respondió con algo de sarcasmo.

- Pues no...

La respuesta del hombre, Zarek, la dejo perpleja. ¿qué quería decir con eso? Se levantó un poco la camiseta que tenía puesta y vio que no había puntos, ni cicatriz. No había nada. Era como si el secuestro y lo demás no hubiera pasado, solo porque aquella habitación no era la suya, se hubiera autoconvencido de que había sido un sueño. Sasha le explico que después de que la llevará junto a Carson para que la curara, apareció un tal Aquerón Partenopaeo que la curó diciendo que tenía una deuda con ella. Ella no conocí a nadie que se llamará así, si así fuera... lo recordaría:

- Yo no conozco a nadie con ese nombre .-le dijo a Sasha muy confundida.

- Pues él te conoce, así que voy a creerle, ¿quieres algo de comer o no? -volvió al tema principal.

- No... -respondió, pero el sonido de su estómago la delato, haciendo que se sonrojase un poco.

Sasha se levantó para ir a por algo de comer y la dejaba sola con aquel hombre con apariencia aterradora y su mujer, ¿qué se supone que iba a hacer ahora? Tal vez quedarse callada fuera la mejor opción. Volvió a quedarse encerrada en su mente mientras seguían apareciendo más recuerdos horrorosos, por Dios había matado a gente inocente y les había dado caza. ¿Y si había matado a los padres biológicos de Abe? Jamás podría perdonárselo su culpa Abe fuera huérfano.

Sasha fue a junto de Aimée Peltier para pedirle que le diera algo de comer para Be, mientras esperaba se quedó pensativo. Le parecía curioso que los humanos persiguieran a Phoebe, hacia mucho que no había pasado por algo así, pero ahora se suponía que todos los arcadios y katagarios podían ocultarse de los humanos. Había reglas desde que el rey, Licaón, creó a los primeros arcadios y katagarios a partir de experimentos con apolitas; tal vez debería explicarle un poco como eran las cosas cuando se recuperará del shock que tenía. Antes la había visto muy ensimismada y parecía que estaba recordando algo, aunque estaba muy extrañado de que no conociera a Aquerón, sería imposible olvidar a un atlatne que mide poco más de dos metros y que rebosa de poderes increíbles que todo el mundo desconoce.

- Sasha, ¿sigues entre nosotros? -le preguntó Aimée.

- ¿Si?

La osa le tendió un plato de comida para Phoebe y le preguntó en qué andaba pensando, le soltó la excusa de que estaba distraído y cogió el plato para llevárselo a Phoebe. Se teletransportó y vio que ella se había quedado sola:

- ¿Y Astrid? -preguntó mientras dejaba el plato en la mesita.

- Dijo que como ya estaba bien y en buenas manos que volvían a casa, pero que tengas cuidado con el Pulso o hará que Zarek te corte en rodajitas .-respondió mientras se sentaba en la cama.- Aunque lo he suavizado un poco...

- Supongo que ese maldito psicópata ha dicho algo mucho peor .-se sentóo en la cama junto a ella.- He llamado a Abe, no le dije nada, solo que ibas a quedarte conmigo hasta que regresará y así no sufrieras por tu ansiedad por separación.

- Yo no sufro ansiedad por separación .-se quejo ella muy convencida.

- Te he visto hace unos días moviéndote por todos lados como si estuvieras perdida, necesitas un loquero con urgencia .-bromeó un poco.

- C-Cállate... -dijo ella comenzando a comer las patatas fritas que había en el plato.

Aunque en cierta forma, él estaba disfrutando mucho de poder tomarle el pelo y de tenerla cerca, ahora solo tenía que tener cuidado de que los hombres de la otra vez no la volvieran a atrapar. Tenía que mantenerla a salvo, costará lo que costase.