miércoles, 11 de marzo de 2015

Wolf´s Love

Prólogo
Hace mucho tiempo

Un gran lobo blanco yacía desfallecido en la ardiente arena del desierto, malherido, sangrando, esperaba la muerte. Así alegraría a alguien por lo menos, si no moría a esas alturas, alguien lo mataría pronto y esa persona le odiaría mucho. Respirando a duras penas, esperando la muerte, noto que el sol brillaba con más intensidad, a los pocos segundos se dio cuenta de que no había sido a causa del Sol. Abrió los ojos para encontrarse con la joven más hermosa que había visto en la vida, pero sus instintos despertaron y, contra todo pronóstico, intento ponerse de pie. El animal que era decía que no podía morir sin luchar y eso pretendía hacer:

- Te ofrezco un trato lobo.- le dijo la mujer que se erguía sobre él

- ¿Q-Qué trato? -pregunto telepáticamente, era la única forma en la que se podía comunicar en su estado.

- Te ofrezco mi protección y mis cuidados hasta que seas capaz de defenderte de los que te persiguen .-le explico ella.

- ¿A cambio de qué? .- volvió a preguntar el lobo mentalmente.

- Soy una ninfa de la justicia, siempre tendré que juzgar a alguien, pero necesitaré la ayuda de alguien, porque cuando estoy en el mundo humano mi vista me impide ser imparcial. Quiero que tú seas mis ojos, Sasha .-respondió ella, agachándose para poder examinar sus heridas.

El lobo gruño la cercanía de la mujer, pero parecía que no estaba mintiendo, fue entonces cuando Sasha aceptó el trato de la ninfa.

Alemania, 1945

Henry Dickinson acababa de perder a su esposa en un accidente automovilístico, apenas tenía familiares vivos y, desgraciadamente, nunca había tenido hijos. tendría que acostumbrarse a estar sin su mujer para lo que le quedaba de vida, aun podía oler su perfume y escuchar el sonido de su voz. Allí parado bajo la lluvia que caía en la ciudad de Berlín, solo en el cementerio:

- ¿Qué voy a hacer sin ti, Li? .-preguntó a la tumba de su difunta esposa. 

Acababa de formular la pregunta cuando un movimiento delante de él le llamo la atención, extrañado, se acercó hacia una de las tumbas cercanas allí. Se encontró con una niña que estaba completamente desnuda y se cubría el cuerpo para mantener el calor, acurrucada junto a un mausoleo. Se acercó un poco para poder abrigarla y de la nada, la chiquilla se convirtió en un loo al instante mientras comenzaba a gruñirle en forma de advertencia. La pobre debía estar muy asustada por alguna razón y él no era quien para seguir asustándola, se quito el abrigo lentamente y espero a que se acostumbrará un poco a él.

Se tardo un rato en poder acercarse lo suficiente a lo que fuera eso para poder taparla y que no tuviera frío, parecía que al ver eso, la cachorro parecía algo más calmada. Le ofreció la mano para que viera sus intenciones y que no era mala persona, el lobo olisqueo y lamió los dedos que estaban empapados por la lluvia. Acarició su pelaje negro y luego al otro rato, la cogió en brazos, llevándola con él a su solitaria casita. Tal vez, solo tal vez, ese ser se había interpuesto para darle una razón para seguir viviendo, igual que el bebé que su espoda, Lillian, y él habían adoptado hacía poco.

Capítulo 1 
Nueva Orleans, en la actualidad
- Be, necesito que me ayudes con esto, despierta .-dijo la voz de un anciano desde un lugar que la joven no podía ubicar.

Phoebe Dickinson se estaba desperezando después de haber dormido, en la forma en la que había nacido, cualquiera pensaría que era un lobo salvaje, pero estaba tan acostumbrada a la gente que se podría decir que estaba más que domesticada. Se sacudió para terminar de despertarse, era su rutina, ubicó la voz de "su hermano" en el local que tenían abajo:

- Dame cinco minutos, Abe .-respondió ella, luego de haber adquirido su forma secundaria.

Al poder hacer eso, su padre y hermano habían pensado que era algún tipo de experimento nazi, pero la verdad era que había sido siempre así. Aunque no se acordaba con exactitud, solo recordaba a Henry en el cementerio. Su físico era esbelto que cualquier modelo mataría por conseguir, su cabello era largo, negro y liso; sus ojos eran como lo que Henry describía como "el cielo de verano" por su azul tan claro. Se adentro en el baño para poder darse una ducha rápida antes de ir a ver qué quería Abe, se vistió y fue al anticuario donde su hermano comerciaba con las antigüedades que le vendían los ricos o algunos ancianos.

Cuando llegó al piso inferior, se quedo un momento viendo como su hermano vendía una antigua cómoda. A veces odiaba ser como era, ella había nacido mucho antes que Abe, pero su apariencia era la de una veinteañera mientras su hermano estaba en la vejez. Era el secreto familiar. Para el resto de personas, ella era una nieta que había quedado huérfana, nunca pudo llamarle como se merecía fuera de la casa; a veces se veía rebajada a llamarle "abuelo" o simplemente po su nombre, Abe, era tan frustrante. Se quito ese pensamiento de la cabeza y se acercó a la trastienda, donde también tenían la cocina y se preparo un sencillo desayuno: Comida de perros y tostadas. No sabía porque, pero esa comida artificial estaba deliciosa y tenía un sabor adictivo que le encantaba. Se apoyo en la encimera y comió en silencio, untando la comida de perro en las tostadas, repasando lo que tenía que hacer durante el día. Era muy curioso que un lobo viviera en una ciudad conocida por ser la morada de vampiros y aun encima trabajará en un anticuario.

- Un trasto menos .-dijo Abe, suspirando.- Necesito que cambies algunas cosas de sitio, ya sabes, algunas son muy pensadas.

"Porque yo soy más fuerte que tú" pensó en silencio, por alguna razón que no entendía, sus sentidos y su fuerza era superiores a la de cualquier humano. Otro nuevo punto para su investigación ahora que lo recordaba:

- Cielo santo, ¿cómo puedes comerte eso? -pregunto su hermano al que había cuatro latas de comida de perros vacías.

-Sencillo, hermano, siendo un lobo y comiendo. Está delicioso, además... tú comes ensaladas y nunca me he quejado .- respondió ella dándole el último bocado a su tostada.- Voy empezando ya, no quiero que tengas que hacer esfuerzos innecesarios.

- Oye, seré viejo, pero todavía tengo chispa .-se quejo Abe

Riendo, Be se adentró en la tienda para poder organizarla. Que curioso que siendo un animal tuviera sentido de la organización.

Sasha Lycos andaba paseando por las calles de New Orleans, hacía años que estaba yendo de vez en cuando y no era para menos. Astris, su amiga y, casi, como una hermana para él, llevaba 7 años casada con un psicópata loco al que había juzgado en Alaska y cada vez que los veía juntos le daban arcadas. Por eso se pasaba por el Santuario la mayoría del tiempo, la otra parte se la pasaba merodeando por alguna parte remota, pero en esa ocasión estaba muy aburrido, prácticamente había recorrido el mundo entero y estaba aburrido, ya no sabía qué hacer para no estar aburrido. Había salido solo porque no quería soportar a los osos del Santuario y demás gente de su mundo paranormal:

- Mami, mami, mira tiene buena pinta .-escuchó la voz de una niña al otro lado de la calle. 

Giro la cabeza para ver de qué se trataba, era una niña de la edad de la pequeña Kyra. Eso le hizo pensar en sus "sobrinos", tendría que pasarse por casa de Astrid para hacerles una pequeña visita, con tal de fastidiar al griego, siempre era un placer. además de que a los niños les encantaban sus visitas, ellos y su madre eran las únicas razones por la que aun aguantaba al mundo. Astrid era muy importante para él, pero desde que ya no era jueza no tenía nada que hacer. Retomó su camino hacia ninguna parte y, al poco rato, se detuvo en un anticuario que hace años debió de haber sido una casa. Se fijo en los antiguos muebles que parecían estar desordenados por toda la tienda, parecía que los estaban recolocando, "¿Para qué querrá la gente estos trastos si la mayoría prefiere seguir las modas modernas?" se preguntó mientras observaba unas figuritas que debían de ser del siglo pasado por lo menos, no entendía por qué le estaba buscando sentido a que la gente vendiera lo que prácticamente era basura, pero ahí estaba. Mirando el escaparate como un completo idiota, mientras le buscaba el sentido; se sobresaltó cuando escucho que algo se rompía en el interior, alzó la vista y vio a un viejo junto a un... ¿¡Lobo!? Eso sí que era sorprendente, aquel tipo parecía un humano normal y corriente, no parecía nadie sobrenatural. antes de darse cuenta de lo que hacía, se estaba adentrando en la tienda para ver mejor al lobo.

- Buenas tardes, joven, ¿en qué puedo ayudarle? -le pregunto el anciano en cuanto lo vio en la puerta.

- En nada especial .-respondió.- Pasaba por aquí y me fije que su... mascota no puede hacer gran cosa, más bien sería, ¿podría ayudarle yo a usted? -dijo algo guasón, así era él.

El viejo se rió un buen rato, lo que le permitió a Sasha fijarse en el lobo, más bien loba; se estaba alejando de él como si supiera que no era normal. Tenía el pelaje negro y ojos azules, casi como él.

- Esa fue buena, muchacho, pero mi nieta volverá pronto. Ella me ayudará .-respondió esquivamente, estaba mintiendo, lo olía.

- Bueno, pero a lo mejor a los clientes no les gustaría encontrarse con esto, ¿no crees? -¿Qué coño estaba haciendo?

- Bueno... visto de esa forma, tienes razón, pero seguro que tienes cosas mejores que hacer .-respondió de nuevo, pero esta vez no estaba mintiendo.

-Créeme, viejo, no tengo nada mejor que hacer

Nada más haber llamado así al anciano, el lobo le gruñó ofendido, ni que se hubiera dirigido a ella. Vio que el anciano le echaba uno de esos spray con agua que se usan para domesticar a los perros problemáticos:

- Tranquila, Be, el muchacho solo está de broma .-le regañó y luego lo miró a él, sAsha esperaba que no fuera a usar ese chime con él.- Tienes que perdonarla, es muy fina.

Wow, un lobo fino y Astrid decía que él lo era.

- No pasa nada, a veces suele pasar, ya sabe. Los perros tienen muchas personalidades, sobretodo si se trata de sus dueños .- le resto importancia al asunto y se agacho para acariciar el pelaje del animal.

Entonces lo olió, era un olor débil pero perceptible, la esencia de alguien como él, una katagaria y que aun enciam estaba en celo. "¿Para qué habré entrado aquí?". Se había metido en la boca del lobo y ahora no podía irse sin más. La loba le mordió y salió corriendo hacia la trastienda a ocultarse:

- Be, por el amor de Dios .-le gritó el anciano.- Debe de haber tenido un arrebato, suele pasarle, pero es una buena chica. ¿Estás bien?

- Si, no es nada del otro mundo, estoy acostumbrado .-respondió, solo era un mordisquito comparado con los que le dieron a lo largo de los siglos.

- Bueno, aunque ya dije que no hacía falta que me ayudará, solo tengo que esperar por mi nieta, estará por llegar.

Que pesado el viejo con las evasivas, ya sabía su secreto y le importaba una mierda las razones que tuvieran para ocultarse, se aburría, joder, quería hacer algo:

- Mira, te seré sincero, viejo, la verdad es que me aburro y no quiero estar rascándome las pelotas. Solo entré en la tienda porque parecía necesitar ayuda, aunque tal y por cómo me está mirando ahora debes estar pensando que soy un ladrón, no, no lo soy. ¿Qué más te da? -le dijo antes de que pudiera contenerse.

- chico, los tienes bien puestos, si señor .-se quedó un momento pensativo.- De acuerdo, puedes ayudarme, pero si veo que falta algo, dejaré que Be se te tire encimas.

Lo que le faltaba, una frase de doble sentido para que se le dispararán las hormonas. Era justo lo que necesitaba después de haber olido a la hembra.
El señor le pidió que le ayudará con un mueble viejo muy grande para poder moverlo hacia una pared, ahora tenía tiempo para "ejercitar" musculo y para pensar en la manera de que no se le notará el bulto de la entrepierna.

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